miércoles, 12 de octubre de 2016

Me encuentro en un cuarto muy oscuro, viejo y vacío a excepción de un espejo. La pintura en las paredes fue corroída por el paso de los años o quizás fueron los arañazos de mis ataques de locura en busca de libertad.  Junto conmigo se encuentra la persona que más detesto en el mundo, encargada de hacer mi vida una constante tortura.  Estoy encerrada de por vida con ella, sin ninguna posibilidad de escape. El sonido de sus pasos me atormenta. Me juzga en silencio, puedo verlo en sus ojos grises, profundos, sin alma. No hace falta que hable para saber qué está pensando. Juzga cada uno de mis movimientos, los desaprueba, los rechaza y desprecia. Pero el eterno dolor de su silencioso juicio constante no es suficiente, nunca lo fue. Se acerca hacia mí por detrás y luego de apoyar sus manos en mis hombros comienza la tortura mental. Entre su repertorio de insultos puede escucharse: “Nadie te quiere” “Sos inútil” “Estas sola” “Gorda” “¿Para qué seguís viviendo?” “Todos estarían mejor sin vos” “Fea” “Siempre arruinas todo” “Nunca vas a ser suficientemente buena para nadie”. Su voz me persigue desde siempre. Retumba en mi cabeza las veinticuatro horas del día. No puedo escapar de ella ni de su odio injustificado.
 La odio. Haría lo que sea por deshacerme de ella, la mataría. Necesito librarme, escapar, ser feliz. ¿Quién fue el que estableció que tengo que estar en paz con ella? ¿Quién puede convivir con alguien así? Y aún más extraño, ¿quién querría vivir con una persona así por el resto de su vida?
Es ilógica la tortura mental a la que estoy constantemente sometida. Yo no elegí esto, no es lo que quiero para mi vida. “Estas vacía, sin ninguna esperanza de recuperación. Sos lo que yo haga de vos, me perteneces, sos un simple juguete, un cuerpo del cual soy dueña. Nunca vas a poder escapar de mi, estoy donde estés, soy lo que sos. Estoy acá para mostrarte cuán patética y miserable es tu vida. Estoy acá para ocuparme de que así sea tu vida”. 
Pero nadie entiende. Este cuarto del que hablo es mi mente, mi subconsciente. Esta persona asquerosa y repulsiva soy yo. ¿Cómo me escapo de mi propia mente? ¿Cómo callo las voces que me atormentan? Mi mente y yo somos una sola. Unidas para siempre, no importa cuánto nos odiemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario